Relato erótico: Hoy soñé con ella

lunes, 7 de marzo de 2016
Hoy soñé con ella, con sus ojos verdes, con su pelo corto, soñé con su sonrisa, soñé con mi mejor amiga.
Y la soñé desnuda entre mis brazos, soñé con su casa en la que no he entrado y soñé con su cama en la que nunca he estado.
Y soñé que la besaba, la besaba con dulzura, con urgencia y con pasión. Y noté su lengua juguetona con la mía, y noté que se encendía, la sentía entre mi brazos reclamando ser llenada de lujuria desmedida, y no pude soportarlo. Arranqué la sábana que cubría mi objetivo con el único deseo de que fuera solo mía.
Le besé los labios, le besé las manos que quemaban todo aquello que tocaban y la piel me ardía, y besé su cuello para subir dulcemente hasta su oreja. La escuché gemir y me deshice, fui bajando lentamente hasta sus pechos y admiré aquella belleza etérea que siempre me fascina y me miró espectante.

-Tócame- me dijo.

Y obedecí sin pensarlo, rocé su piel con mis dedos, sintiendo toda la electricidad que el contacto producía, recorrí sus pechos, su vientre, su espesura y sentí mi sexo derramarse cuando mis dedos tocaron sus erectos pezones, pellizqué ligeramente, apoyé la palma de mi mano y masajeé la zona sensible.

-Si...- gemía ella,

Quise probar el sabor de su piel, lo había deseado tantas veces. Y bajé por su cuello llenándola de besos, devoré su cuerpo lentamente hasta llegar a sus senos perfectos, y lamí, besé, mordí y me di un festín.
Mis manos no podía estar quietas y quise probar la miel que derramaba, mis dedos bajaron hacia el sur de su cuerpo y encontré lo que buscaba, su humedad me esperaba y acaricié el lugar perfecto. Ella se movía, gemía, me pedía mas, y probé el néctar que surgía entre sus piernas. Lamí el caramelo que se me ofrecía, sintiendo como ella se estremecía, me llene la boca con su sabor y volví a sus pechos perfectos. Mis dedos actuaron a sus ruegos y entraron sin problemas en su humedad moviéndose con fuerza.

-Siempre he sido tuya- me dijo entre jadeos.

Mi pasión se encendió más de lo que estaba y sentí que mi diosa me arrastraba con sus manos a los cielos. Yo seguía empujando y ella subiendo con sus dedos enterrados en mi cuerpo. Nos dijimos palabras de amor, nos prometimos el cielo y estallamos al unísono, derramándonos la una en la otra. Me desperté conmocionada, mojada y satisfecha, miré a mi lado pero no estaba, solo había sido un sueño, no había nada.

Escrito por Nika

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